Y aquí estamos, otra vez, frente a una pintura de ojo de retina roja, ojo metálico, de largas pestañas de acero, conteniendo metal fundido, magma, quizá la sustancia esencial para que brote y bulla y se haga la tierra firme, rodeándose de volutas que bien podrían ser erupciones anteriores buscando su lugar...pero esa mirada atenta, amenazante, como un censor, del ojo que escupirá más magma para corregir lo que no le gusta...el génesis del dios del acero, quizá Vulcano...pero no veo los carbones convertidos en diamantes. Me quedo con el acero, el hierro y la severidad de su juicio. Besos.
3 comentarios:
Y aquí estamos, otra vez, frente a una pintura de ojo de retina roja, ojo metálico, de largas pestañas de acero, conteniendo metal fundido, magma, quizá la sustancia esencial para que brote y bulla y se haga la tierra firme, rodeándose de volutas que bien podrían ser erupciones anteriores buscando su lugar...pero esa mirada atenta, amenazante, como un censor, del ojo que escupirá más magma para corregir lo que no le gusta...el génesis del dios del acero, quizá Vulcano...pero no veo los carbones convertidos en diamantes. Me quedo con el acero, el hierro y la severidad de su juicio. Besos.
Me gusta el cuadro porque encuentro como muchos ojitos que me ven desde ahí. Es algo recurrente en tus cuadros Eri?
Un abrazo...
La mecánica de la verdad, encerrada en un cuarto de espejos.
Así, lo primero que se me ocurre...
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