Se me cierra la boca
y un algo que me enseñaron
a llamar angustia, por momentos
me atrapa, por detrás ata mis brazos
y me suspende sobre mi única piedra
hasta agotarse ella y agotarme yo.
¡A veces que poco soy, Dios
y cuanto placer me da!
En los órganos y en el sexo
esa revolución de fuego me emociona.
Miro el reloj y luego me induzco
erguida a creer ser omnipotente
y en ese estado aun no descubrir
para que me sirven los ojos y la boca
para que me dieron los brazos y las
tripas en el estomago, para qué el sexo
ni para qué después del filo viene la sangre
que inevitablemente se expande.
Erika Madrid ( Grupo literario SIGNOS)
1 comentario:
genial tambien, me encanta.
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