De un costado
De un costado
me nacen como ramas
los juramentos y las costumbres
de mis frívolas prácticas.
Se me sienta en la cama
el enemigo y con su dedo
me señala la cabeza,
pero tengo tan venido el corazón
y sabidas las profecías,
que por morbo
solo me agita.
Tengo el corazón venido
-ya dije-
Y el alma pronta a la conquista.
Madrid.
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