Entre maniobras sueltas
tu nombre fanfarronea y
a fuerza de tiempo se olvida.
La muerte de tu oratoria
se excita en mi hambre
hasta ablandarme un recuerdo
la cama o una mano,
solo en momentos y a veces.
La angustia de tu nombre
-divina ironía-
que duelen en periodos
cada vez más cortos.
Madrid.
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