Si alguien vio alguna vez quebrarse Buenos Aires esa tarde, esa tardenoche fui yo sentada primero, parada luego la imagen exacta detrás de tu cara causó en la ciudad inquebrantable que un amor de tierra mas tarde se lloviera.
La imagen imponente se desarmaba como trueno tu voz corría en esa titánica y exacta belleza de luces y colectivos agotados de gente ya sin manos y sin piernas.
Y fui trueno y vos grito la cuidad cementerio.
Fue quizás el capricho de esa magia que no se encuentra, que envuelve dos cabezas que todo derrumba fue quizás esa, la maldita fuerza.