sábado, 26 de junio de 2010

Ahora

El terror se ha desvanecido
la muerte cayó en sus propios ganchos
el espanto y el frío llegaron a su fin

Ahora las ventanas y directas puertas
alardean sus cristales resplandecientes
y llaman al son de la marcha ya anunciada.

Me senté y me levanté para esperar
me hice agua y sal. Fui la noche.
Sangre había por todas partes, sangre
sangre y tripas, las vísceras mías, más sangre.

Ahora las ventanas y directas puertas
alardean sus cristales resplandecientes
y llaman al son de la marcha ya anunciada.

Vivo con la boca abierta atascada de profecías
y estas mansas costumbres envueltas de luz
soy un poco de la muerte que padecí
y también la promesa asumida
llorada y hecha.

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